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martes, 17 de marzo de 2020

APOLO




Apolo, hijo de Zeus y Leto nació sietemesino teniendo Temis que alimentarlo con néctar y ambrosía. 

Al cuarto día de su nacimiento, en prueba de su precocidad, pidió un arco y unas flechas para dirigirse al Monte Parnaso donde moraba la serpiente Pitón con la intención de matarla. 
Leto, la madre de Apolo había sido perseguida en el pasado por la serpiente, enviada por Hera (Ya sabéis: rivalidades de los dioses griegos) y Apolo quería vengarla. 

Pitón, herida por Apolo, huyó a Delfos, el Oráculo de la Madre Tierra, –Hera-  pero Apolo la siguió y allí la mató. Avisado Zeus por Hera y enfadado  con el comportamiento de su hijo quiso honrar la memoria de la serpiente y castigar a Apolo. Todo en uno. Para ello instituyó los Juegos Píticos y obligó a su hijo a presidirlos, como penitencia. 


Los Juegos Panhelénicos tuvieron mucha importancia como lugar de encuentro de los habitantes de las ciudades-estado griegas. Destacar entre ellos los Píticos, los Olímpicos e incluso los juegos de Delfos, juegos funerarios en recuerdo de Pitón.

Mas adelante, en Delfos, Apolo se enfrentará a Pan y Marsias. 
Apolo y su lira - la cuerda-, contra las flautas -los instrumentos musicales de viento-. 


Así lo describe la Mitología: 

Atenea, uno de los primeros luthiers conocido, construyó un día una flauta doble (aulós) con huesos de ciervo y la tocó en uno de los múltiples banquetes que celebraban los dioses (Tafelmusik). 
Hera y Afrodita se rieron  de ella durante la interpretación musical. 
Molesta Atenea, dejó el banquete y se fue al bosque para verse reflejada en el agua de un río mientras soplaba la flauta
Sintiéndose ridícula con la cara hinchada y amoratada por el esfuerzo del soplo, tiró la flauta y pronunció una maldición que caería sobre el que osara recogerla. 

Marsias, un sátiro de la diosa Cibeles, tuvo la mala suerte de encontrársela un día. 
Al recojerla del suelo la flauta comenzó a sonar sola interpretando un remedo de la música de Atenea.
Ante semejante prodigio Marsias decidió engatusar, con su fingida interpretación, a todos los campesinos de Frigia al tiempo que alardeaba de que ni Apolo con su lira podría componer mejor que él. 
Llegó la fanfarronada a los oídos de Apolo que lo retó en duelo musical. 
El vencedor podría hacer con el vencido lo que considerase oportuno. 
Marsias aceptó y el jurado fue compuesto por las Musas, ¡como no! 
El veredicto de aquellas fue de empate, hasta que Apolo le dijo al sátiro:

“-Te desafío a que hagas con tu instrumento lo que hago yo: ponlo al revés y toca y canta al mismo tiempo-”. 

Ante la imposibilidad de cantar y soplar la flauta, Marsias fue derrotado. 
Apolo decidió desollarlo vivo y clavó su piel a un pino. 

Su segundo concurso musical fue con Pan, ante la presidencia del rey Midas, que también  dio ganador a Apolo. 

Desde entonces se convirtió en dios invencible de la música y su lira de siete cuerdas se hizo presente en todos los banquetes divinos. 

Su victoria trasladada al plano histórico hizo que los instrumentos musicales de viento fuesen suprimidos y sustituidos por los de cuerda en Frigia y Arcadia tras las conquistas helénicas de ambas regiones. 

En la Grecia clásica Apolo representó el dios de la matemática, la medicina, la astronomía, la poesía, la filosofía y claro está, la música 
¡
Cuántos conceptos implícitos en esta narración mitológica del significado de la música
Así la música y su capacidad de acompañar a los comensales, la diferenciación entre la cuerda y el viento, la relación matemática de la música; su relación filosófica o astronómica.  
Incorpora uno nuevo: su poder medicinal y por tanto curativo. 
La música cura fìsicamente ayudando a que los humores fluyan armónicamente, cierren las heridas; pero también cura psicológicamente. 
El origen de lo que hoy llamamos Musicoterapia.   


Fuente: Manuel López-Benito

Ahora, podéis ver el vídeo del mito de Atenea y Marsias, pinchando en el siguiente enlace:

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